ROTORUA. MORADA DEL DIABLO.

Auckland 5 septiembre 2012.

No estaba previsto en el programa de viaje pero, ya que estoy en Sydney, he decidido volar a Nueva Zelanda. Estas dos islas que la forman, son un auténtico despliegue de naturaleza compuesto por cadenas montañosas, glaciares, humeantes volcanes, fiordos increíbles, playas y bosques exuberantes. Es a la vez, refugio para quienes buscan la tranquilidad y relax, como un lugar de aventura para los más deportistas. 

El paisaje trágicamente volcánico le da a la isla norte un encanto especial. La isla sur, en cambio, es más tranquila. Sus Alpes del Sur dominan su paisaje. Ofrece vías navegables, glaciares, lagos y profundos bosques. 

Con todo este esplendor natural que describo, aterrizo en Auckland, ciudad ubicada en la isla norte de Nueva Zelanda. Está asentada bajo un lecho volcánico latente, aunque sus volcanes estén extintos.

Sólo tengo dos días para disfrutar de esta isla y decido alquilar un coche e ir a Rotorua, localizada en el centro de la isla norte de Nueva Zelanda, esta ciudad es el corazón de la cultura maorí nativa de Nueva Zelanda. 

Toda esta zona es un área termal activa, factible para la formación de géiseres. El ver salir vapor de las grietas del suelo de la carretera y de los matojos, te va indicando que estás llegando. Lo primero que te sorprende al llegar a la ciudad de Rotorua es el fuerte olor a azufre. 

Decido ir a la reserva natural de Wai-o-tapu y disfrutar de este paisaje tan llamativamente infernal. Previo pago de la entrada se empieza el recorrido por caminos señalizados. La región cubre aprox. unos 8Km, pero sólo se visita un área muy pequeña. La zona por la que se camina, son cráteres derrumbados, piscinas naturales de agua y lodo hirviendo, humeantes por los escapes de vapor y con olor a azufre y, manantiales de agua azufrada. En todo momento tienes carteles de advertencia, indicándote que el agua está a 100º y si aprecias tu anatomía, no te salgas del sendero. 

El paisaje es una mezcla de arboleda y monte bajo amarillenta, apegados a un terreno pedregoso, rodeado de agua circulante hirviendo, el arroyo Waiotapu, con una fascinante y extraordinaria gama de colores naturales, que se deben a la presencia de elementos químicos del terreno. Los más destacados son:

Negro: azufre y carbón.

Morado: manganeso.

Verde: arsénico.

Rojo: óxido de hierro.

Amarillo: por la presencia de azufre.

Blanco: sílice. 

Son impresionantes los distintos tonos de verde y amarillo que adopta la piscina llamada “Baño del diablo”, un gigantesco cráter de arsénico. O los cambiantes colores de “la paleta del artista”, “la Ostra”, una piscina de azufre y “el cráter del infierno”, donde el lodo que alberga hierve violentamente. Los pozos de lodo con pequeñas cantidades de grafito y petróleo crudo, apodados “tinteros del diablo”, también me gustaron mucho. En fin, Arte por Naturaleza.

Muy cerca del parque, pero fuera de él, hay otra formación de rocalla donde en su hendidura, se aloja una gran cantidad de lodo burbujeante a altas temperaturas, una gran piscina de lodo. También, dentro de este entorno de monte natural y muy cerca de la ciudad, hay géiseres y terrazas de sílice. El géiser Lady Knox “se despierta” diariamente a las 10:15 de la mañana y alcanza una altura de hasta 20 metros (yo no llegué a verlo, pero me lo creo). 

De vuelta a Auckland paré en la ciudad de Rotorua y visité un taller para ver cómo trabajan el jade. Esta gema tan apreciada de color verde, se extrae en grandes bloques y se traslada al taller de trabajo. Con una gran sierra con polvo de diamante, se corta en rodajas. Sobre cada una de ellas se dibuja la silueta de lo que se quiere tallar y con ayuda de fresas, lijas y taladros, se le va dando forma siguiendo el contorno. Por último, se pule con una lija muy fina y estrecha, también con polvo de diamante. Me gustó mucho ver trabajar a los artesanos y su amable explicación.

Hay dos tipos de jade, geológicamente se conocen como, Nefrita y Jadeíta. 

La primera, Nefrita, es un silicato de calcio y magnesio y se encuentra sobre todo en Nueva Zelanda, Australia, Canadá, USA (en el estado de Wyoming) y Rusia. Se la conoce como la piedra verde y en maorí la llaman Pounamu. Es de un color verde llamativo, de aspecto aceitoso, con interesantes inclusiones y variaciones de color. 

La Jadeíta, es también un silicato pero de sodio y aluminio. Los yacimientos de esta gema se localizan al Norte de Birmania haciendo frontera con China, Japón y California. No es tan común como la Nefrita. Con un color verde más oscuro y de aspecto mate. 

La elección de uno u otro es personal. 

Lo que más me gustó de Nueva Zelanda es cómo trabajan la madera y en general, como tallan el hueso y el jade. Son característicos de la zona los colgantes con símbolos maoríes. Cada uno tiene su significado, aunque debido a la creatividad del artista, las tallas pueden diferir unas de otras. En mi próximo post os colgaré unos sencillos dibujos, realizados a plumilla, con los símbolos de colgantes maoríes más populares. 

Yo me compré, en jade, una tortuga, ¡cómo no! y una cola de ballena. Hablé con un proveedor y si os gustan, tal vez añada algunos colgantes a la tienda online. 

El look local: La cultura del tatuaje está ampliamente extendida, llegando a lo más cool, que son los tatuajes, para mujeres, de “quitar y poner”. Tienen una duración de 2/ 3 días y, según el atuendo o compromiso o estilo de vida, puedes lucir distintos diseños en cada momento. Sólo necesitas aplicarle agua y en un minuto ya luces tu tatuaje. En resumidas cuentas, lo mismo que hacíamos de pequeños, cuando nos poníamos una calcomanía. 

Como todo lo bueno siempre se acaba rápido, mañana me voy ya de Nueza Zelanda, pero mi próximo destino no tiene nada que envidiarle. La hermosa isla de Tahití.